Olivia Camarena Cervera
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Mérida, Yuc., México
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Historias a partir de nombres raros, el ejercicio

La idea de nombres absurdos para personajes literarios surgió de un «Q&A» de Christine Riccio con Sarah J. Maas, escritora de A Court of Thorns and Roses, entre otros. En el video, Christine explica que todo libro Young Adult tiene un grupo de personajes con nombres extraños y ella necesitaba sus propios personajes con nombres raros.

Nombres extraños a los 7:05 minutos.

Ha pasado un mes exacto desde que vi el video, en teoría, no debería tener tan presente su contenido. Sin embargo, ahí estaba hace unos días luchando por contar una historia demasiado complicada, intentando alcanzar una redacción super top plus. No conseguía uno ni otro punto.

Las historias complicadas requieren una planeación especial, más si se trata de fantasía. Es esencial una escaleta o un «esqueleto», además de una investigación para desarrollar el mundo que se pretende crear. Después… ya procedes a escribir, cuando ya tiene pies y cabeza la situación. De otra forma, ¿hacia dónde te diriges y con qué directrices? Muy bonito en teoría, pero en la práctica siempre le fallo: quiero hacer las dos cosas a la vez.

Por otro lado, el punto de la redacción se resume en breves palabras: llevo diez meses sin sentarme a escribir, seriamente, una historia. ¿Lo he intentado? Sí, pero la hoja en blanco me intimida. Entonces, mi escritura y proceso de redacción se ha oxidado. Es decir, no escribo como ayer, cuando estaba orgullosa del feeling de mi narrador. ¿Me lo tomé con calma? No, esta locomotora oxidad quiere correr como cuando nueva.

El ejercicio creativo de los nombres raros

Regreso dos párrafos atrás y digo: ¿lo primero que vino a mi mente hace unos días cuando luchaba por contar una historia? Los nombres raros del video de Christine Riccio. Una chispa entre todos los pensamientos que intentaban buscar una solución a un bloqueo escritor que claramente es autoprovocado: haz un ejercicio creativo con personajes que posean nombres raros.

El objetivo era desoxidarme y divertirme un rato con esos personajes de nombres peculiares. Lo más «peculiar» que había llegado antes era a nombres de origen eslavo, dioses y pertenecientes a obras de la Literatura Clásica. ¿Raros, raros? Nunca. Allí inició mi ejercicio, los personajes dictarian la historia, mínimo al inicio. Después de todo, no es nada serio, no aspiro ni a algo decente.

1) La fórmula del éxito: las categorías.

Establecí cuatro personajes para el ejercicio, que corresponderían a cuatro tipos de nombres distintos (y grados de rareza). La formula fue la siguiente, aunque siempre se pueden cambiar las categorías por las que más nos diviertan:

Toda historia tiene un personaje con un nombre normal (N.AQUÍ), otro con un nombre histórico (N.AQUÍ), un tercero con nombre de flor (N.AQUÍ) y la última con nombre absurdo (N.AQUÍ).

2) ¿Cómo son tus personajes?

Ya que tienes los nombres… te preguntas: ¿a qué suenan? ¿Qué tipo de personajes son? En mi caso, uno de los personajes tiene un nombre afín a «error» y me pareció muy gracioso que le hiciera honor a su nombre. Es la torpe del grupo, digamos que en cierta forma es el amuleto de la mala suerte.

Me reí de lo que iba a propiciar el pobre personaje, me emocionó saber que lo escribiría. Resolución: vamos por el buen camino.

3) Deja que fluya la historia.

Es un ejercicio, recuérdatelo si es necesario. El objetivo es practicar, desoxidarte, regresar a una redacción que no suene a robot y sobre todo, divértirte. Por lo tanto, deja que la historia se dicte a sí misma. Se aceptan los absurdos, situaciones surrealistas, imposibles y dramas sin pies ni cabeza.

Mi historia encontró pronto un hilo sencillo y un tono que se ajusta a mis intenciones. En esencia, un relato sin complicaciones que me brinda diversión tras diversión por las situaciones que inserto aquí y ahí.

¿Resolución?

Es muy pronto para cantar victoria, sin embargo, hoy por hoy es posible indicar que encontré un ejercicio creativo bastante entretenido que parte de nombres raros. Tiene cierto encanto.

Me pregunto sucesivas veces: ¿cómo se me ocurrió este nombre? Y en cuanto a las situaciones, ¿qué puede pasarle o causar equis personaje que termines diciendo «se tenía que llamar equis«? La mejor respuesta se convierte en un par de párrafos, y así la vida. Me divierto.

Olivia Camarena
Olivia Camarena
Oct. 1997. Comunicóloga apasionada por la literatura juvenil y la promoción de la lectura entre niños y jóvenes. La lectura nos hará libres.

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